
Bob llegó al cruce y cayó de rodillas. El hombre de los ojos rojos afinó su guitarra y le ofreció el blues más sublime a cambio de su alma, señalando a la derecha. Bob se encogió de hombros, le quedaban otras dos opciones.
Bob llegó al cruce y cayó de rodillas. El hombre de los ojos rojos afinó su guitarra y le ofreció el blues más sublime a cambio de su alma, señalando a la derecha. Bob se encogió de hombros, le quedaban otras dos opciones.