Cena con diamantes

Alejandro se disculpó con la pareja de la mesa del al lado. Distraído como iba con los mensajes de su teléfono, no se había dado cuenta de lo cerca que había pasado del respaldo de la joven. El chico no le dio importancia y si lo hizo lo supo disimular. «Pimpollos», pensó y volvió a su asiento dando gracias porque le diera tiempo a regresar del aseo antes de que llegara Patricia. Esa noche, todo debería resultar perfecto. Jugueteó sin ganas con el aperitivo, se moría de ganas de poner los labios sobre una copa de Faustino. ¿Por qué nunca llegaba a la hora? Patricia salía a las cinco de la oficina, había tenido tiempo de sobra. Sigue leyendo

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TRÍO


La criatura se esconde en la oscuridad y aguarda. No tiene energía para otro viaje y el sonido de la televisión le da mala espina. Contempla a la mujer que rebulle, adormilada y sola. Por fin llega él. Se duerme al otro lado de la cama. Desesperado, el ser se introduce entre las sábanas y muerde el trasero del hombre, que se gira inquieto y queda pegado a su esposa. Hay un momento tenso, ella siente un despertar contra su muslo. ¿Queda esperanza para ellos? Al principio, se acometen con torpeza. El segundo vaivén es ávido. Se beben hasta las sobras, la sed viene de lejos.

Saciado, el diablillo suspira satisfecho. Con la energía absorbida puede regresar y encontrar un súcubo al que perseguir.


Ilustración: Milo Manara.