TRÍO


La criatura se esconde en la oscuridad y aguarda. No tiene energía para otro viaje y el sonido de la televisión le da mala espina. Contempla a la mujer que rebulle, adormilada y sola. Por fin llega él. Se duerme al otro lado de la cama. Desesperado, el ser se introduce entre las sábanas y muerde el trasero del hombre, que se gira inquieto y queda pegado a su esposa. Hay un momento tenso, ella siente un despertar contra su muslo. ¿Queda esperanza para ellos? Al principio, se acometen con torpeza. El segundo vaivén es ávido. Se beben hasta las sobras, la sed viene de lejos.

Saciado, el diablillo suspira satisfecho. Con la energía absorbida puede regresar y encontrar un súcubo al que perseguir.


Ilustración: Milo Manara.
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LA BOCA DEL DIABLO


«Esa rejilla es la mismísima boca del Diablo», pensó Oliver mientras se frotaba el pulgar del pie izquierdo. Al igual que en una docena de ocasiones anteriores.
Daba igual que la recolocara. Cada poco tiempo, al salir de casa pues se encontraba delante de su portal, aparecía levantada lo justo para tropezar con ella. Oliver estaba convencido de que solo ocurría cuando él salía confiado.

Había presentado infinidad de quejas al Servicio Municipal de Alcantarillados. Sin respuesta.
Una noche, harto de la situación y temiendo quedar cojo de por vida, forzó la entrada y se coló por la estrecha abertura con la intención de acabar con el problema.
Nunca nadie volvió a saber de él.