La criatura se esconde en la oscuridad y aguarda. No tiene energía para otro viaje y el sonido de la televisión le da mala espina. Contempla a la mujer que rebulle, adormilada y sola. Por fin llega él. Se duerme al otro lado de la cama. Desesperado, el ser se introduce entre las sábanas y muerde el trasero del hombre, que se gira inquieto y queda pegado a su esposa. Hay un momento tenso, ella siente un despertar contra su muslo. ¿Queda esperanza para ellos? Al principio, se acometen con torpeza. El segundo vaivén es ávido. Se beben hasta las sobras, la sed viene de lejos.
Saciado, el diablillo suspira satisfecho. Con la energía absorbida puede regresar y encontrar un súcubo al que perseguir.
Ilustración: Milo Manara.