Cross road blues

Bob llegó al cruce y cayó de rodillas. El hombre de los ojos rojos afinó su guitarra y le ofreció el blues más sublime a cambio de su alma, señalando a la derecha. Bob se encogió de hombros, le quedaban otras dos opciones.

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La música te hará feliz

Había prometido al padre, en su lecho de muerte, que iría al Conservatorio, con la condición de que nadie elegiría el instrumento por él. Las posibilidades eran abrumadoras. Desde el retumbar de timbales a la metálica expresión de un saxo. Ella era una barbiana de color caoba, con unas curvas que enmarcaban su cintura elegante. Te quiero a ti, dijo. Recibió una sonrisa y una aclaración a cambio.

Me llamo Chelo, Violon Chelo.

MaskTinder

La nueva aplicación de contactos es un pelotazo, todo el mundo quiere saber qué es eso de las citas en carne y hueso. Para su primer encuentro, la chica gato pasa del protocolo —nada a la vista— y tiene el atrevimiento de aderezar su traje de cuero con un antifaz que muestra unos labios que claman por un beso. El hombre araña, protegido de su timidez suprema tras una máscara integral, y abrumado por tanta cercanía, le confiesa que es modelo de lencería. La relación va aprisa, pero necesitarán cinco cenas más para pensar siquiera en tener sexo cuerpo a cuerpo, sin ceros ni unos.

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Sopera de reyes

Nunca escribía una carta a los Reyes Magos. ¿Para qué? Entre cocina, planchas y fregona no cabían sueños ni ilusiones. Y por la noche, elegante y fresca para atender a los invitados, todos ellos distinguidos caballeros afectos al régimen.Aquel seis de enero, se levantó tarde. Se asustó, estaba sola en la cama fría. Se puso el camisón y bajó la escalinata. Todo estaba en silencio. Llegó al gran salón y un latigazo nervioso recorrió su columna.Junto al belén, ricamente adornado, estaba el zapato de Ernesto. En su interior, la caja del carísmo reloj de pulsera con su garantía vitalicia. Aún sentados a la mesa, sus amigos frente a sus respectivas copas, despatarrados en posturas imposibles. Y Ernesto, que presidía, cómo no, tenía la cabeza hundida en la sopera de plata.No pensó en la mejor manera de limpiar toda aquella sangre. Ni se le pasó por la cabeza alertar a las autoridades, todas las del pueblo estaban de cuerpo presente. Ya no estaba nerviosa. Se quitó el salto de cama y bailó alrededor de la mesa, símbolo de su esclavitud. La sensación de irrealidad se acentuó con un bramido que provenía de los jardines. Tuvo tiempo de alcanzar la ventana. Un dromedario, engalanado de sedas de colores. Sentada sobre la joroba, tratando de encontrar una postura adecuada, una figura de ropas exóticas enfundaba una pistola de esas con silenciador y la miró al percatarse de su presencia en la ventana. La amazona sonrió bajo el turbante y le hizo un gesto para que se le uniera. Puede que sí, que sin necesidad de escribir una carta, existiera la magia para ella.

La acuarela es, como viene siendo habitual, de Mario García.

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Verano en corto

Playa de Sopela

Eva María era una rebelde; el mundo le había hecho así, tenía que buscar el sol en la playa con una maleta de piel y un bikini de rayas porque, como siempre sin tarjeta, alguien le escribía versos y le mandaba flores por primavera.

Él fue gavilán, no quería quedarse en paloma. Antes de partir, juntó un beso y un adiós por todo equipaje. Llamó a su barco “Libertad” y… se marchó.

Les dieron las diez y las once… y desnudos, al amanecer, los encontró la pasma en una habitación del Hotel California.

La vida es una tómbola.

Vuelven las historias fingidas

Han transcurrido cinco largos años en los que he vivido mucho y, a pesar de avatares personales e históricos, bastante bien. Cinco años desde aquel marzo del 2015 en los que viajé a Madrid para presentar El libro de las historias fingidas en la sede de la Asociación de escritores y artistas españoles en la calle Leganitos con Mari Carmen Azkona y Emilio Porta.

Banner publicitarioDespués vinieron cuatro títulos más y todos ellos me han hecho muy feliz. Sin embargo, quedaba una espinita clavada: de aquella primera edición no quedaban ejemplares a la venta, salvo en algún portal de Internet y a un precio que nadie pagaría por una opera prima.

De modo que, en medio del confinamiento, me puse manos a la obra para su revisión y reedición. Gracias a Martin McCoy (te debo una), que me puso en contacto con Adyma design y Marien Fernández Sabariego, ahora luce así de bien la nueva portada. Solo me queda esperar que lo disfrutéis tanto como yo lo hice aprendiendo de su escritura.

Hazte con uno:

Libro tapa blanda

Libro electrónico

Y con él llego el «sarao»

calamos

Regresar de la #Hispacon2017 (lo sé, tengo la crónica pendiente) y que te ofrezcan ser el artista invitado en un evento en Madrid es como no haber salido de un sueño. Gracias a Rosa María Berlanga esta noche apareceré por Tapas y Fotos en Lavapiés con la juglaría a cuestas dispuesto a entretener al respetable con una selección de relatos breves. Además, estaré rodeado de mis invitados (el novelista Tito Álvarez, la editora Marga G. Pacios, la poeta Ángeles Fernangómez y las escritoras Carmen Fabre y Lydia Cotallo) y en el apartado musical, el dúo «Esto nuestro» (Eva del Río y Antonio Santiago) y Julio Hernández, el «negrosexual». Si hubiera tenido que pedirlo a una estrella, no me habría salido mejor. Os espero (y ya tengo dos crónicas pendientes…).

La gran regata de la historia

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Ulises alza la mirada hacia lo alto del palo, allá donde el vigía escruta el horizonte. Mira de reojo a Magallanes y a Juan de la Cosa.

—¿Tierra a la vista, Rodrigo?

El de Triana niega con la cabeza y la ansiedad se apodera de toda la tripulación. Si la nave de Erik el Rojo y el capitán Cook les lleva la delantera, ni Cristóbal Colón el genovés podrá obrar la maravilla.

Allá donde fueres

romana

Sabes que deberías olvidarla, poner algo de orden en tu vida. O también podrías tatuarte su nombre virginal en la lengua para así acariciar su sexo cada vez que pronuncias su nombre. Podría ser una monumental coincidencia que se llamara Lolita en lugar de ese nombre tan absurdo: Plo-ti-na. ¿A quién se le ocurre enamorarse de una muchacha llamada Claudia Plotina? Pero eso es lo que tiene utilizar para asuntos tan poco prosaicos ese extraordinario don que tienes para viajar, a voluntad, en el tiempo.

Imagen: Villa romana del Casale, Sicilia (siglo IV)