La música te hará feliz

Había prometido al padre, en su lecho de muerte, que iría al Conservatorio, con la condición de que nadie elegiría el instrumento por él. Las posibilidades eran abrumadoras. Desde el retumbar de timbales a la metálica expresión de un saxo. Ella era una barbiana de color caoba, con unas curvas que enmarcaban su cintura elegante. Te quiero a ti, dijo. Recibió una sonrisa y una aclaración a cambio.

Me llamo Chelo, Violon Chelo.

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La gran regata de la historia

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Ulises alza la mirada hacia lo alto del palo, allá donde el vigía escruta el horizonte. Mira de reojo a Magallanes y a Juan de la Cosa.

—¿Tierra a la vista, Rodrigo?

El de Triana niega con la cabeza y la ansiedad se apodera de toda la tripulación. Si la nave de Erik el Rojo y el capitán Cook les lleva la delantera, ni Cristóbal Colón el genovés podrá obrar la maravilla.

Allá donde fueres

romana

Sabes que deberías olvidarla, poner algo de orden en tu vida. O también podrías tatuarte su nombre virginal en la lengua para así acariciar su sexo cada vez que pronuncias su nombre. Podría ser una monumental coincidencia que se llamara Lolita en lugar de ese nombre tan absurdo: Plo-ti-na. ¿A quién se le ocurre enamorarse de una muchacha llamada Claudia Plotina? Pero eso es lo que tiene utilizar para asuntos tan poco prosaicos ese extraordinario don que tienes para viajar, a voluntad, en el tiempo.

Imagen: Villa romana del Casale, Sicilia (siglo IV)

Siguiente, por favor

augusto

En la pista central del circo, Augusto y Tontaina llevaban diez minutos de bofetadas para regocijo del público. Mayores y niños se palmeaban los muslos y dejaban caer ríos de palomitas grasientas. El maquillaje de Tontaina era un borrón de blancos y rojos, con churretes de rímel de puta barata. Fuera de sí, incapaz de soportar tanta humillación, lanzó Sigue leyendo

Encuentro clandestino en el bosque

bosque

Ambos rodaron contra un anciano roble. La proximidad llevó a Lila Madreselva a arrugar la nariz. Los efluvios viriles del barón de Almizcleur eran sordos y penetrantes. El noble no se arredró ante el gesto de rechazo y continuó con sus intentos de seducción.

—Sois un frívolo, barón.

—Muchacha, si te tomas la vida demasiado en serio, te precipitarás en el aburrimiento y la amargura. Sigue leyendo

Humanos malditos

waroftheworlds

Mientras manipula los controles para que su nave venza la gravedad de ese planeta de muerte, recuerda a sus compañeros caídos. La invasión era un completo éxito ante un ejército de balas metálicas y vehículos con orugas que se deshacían como arena ante sus poderosas armas, hasta que habían sido derrotados por un minúsculo virus contra el que no tenían defensas. Solo él, inmune tal vez por naturaleza había sobrevivido a la letal enfermedad.

«Volveré».