Han transcurrido cinco largos años en los que he vivido mucho y, a pesar de avatares personales e históricos, bastante bien. Cinco años desde aquel marzo del 2015 en los que viajé a Madrid para presentar El libro de las historias fingidas en la sede de la Asociación de escritores y artistas españoles en la calle Leganitos con Mari Carmen Azkona y Emilio Porta.
Después vinieron cuatro títulos más y todos ellos me han hecho muy feliz. Sin embargo, quedaba una espinita clavada: de aquella primera edición no quedaban ejemplares a la venta, salvo en algún portal de Internet y a un precio que nadie pagaría por una opera prima.
De modo que, en medio del confinamiento, me puse manos a la obra para su revisión y reedición. Gracias a Martin McCoy (te debo una), que me puso en contacto con Adyma design y Marien Fernández Sabariego, ahora luce así de bien la nueva portada. Solo me queda esperar que lo disfrutéis tanto como yo lo hice aprendiendo de su escritura.
Desde hace algún tiempo, no suelo colgar relatos en la página. Para esto está el blog en el que publico cada dos semanas. Sin embargo, esta semana, y aprovechando que este texto resultó ganador en el Tintero Virtual de la red social de escritores Netwriters, he querido compartirlo con vosotros. Se trata de un relato breve al que tengo especial cariño. Lo escribí allá por el 2014 en el Taller de escritura Alfa y la propuesta era escribir sobre algún cuadro de los que nos presentaban. Escogí esta obra de Sorolla porque de inmediato me sentí atraído por esa figura central que representaba el desvalimiento más absoluto. De paso, aprovecho para recordar mi primera novela, «El libro de las historias fingidas» en el que apareció publicado por primera vez. Disculpadme si me he puesto un tanto nostálgico.
Otra Margarita – Sorolla
El mentón reposa sobre el broche de la toquilla, las manos se abandonan sobre el regazo, vencidas por el hierro de las argollas. Se sabe condenada de antemano, antes del juicio que espera con resignación, ajena a los ojos de sus custodios, rancios alientos de tabaco y vino con capote verde. Resbala la mirada por un vestido tan deshecho como sus esperanzas. La única venia que espera del juez es que no la lleven al cadalso con esta ropa ajada de celda y lágrimas secas.
En el banco de enfrente aguardan las meretrices. Entraron con estridencia, dedicándose toda suerte de apelativos soeces y haciendo gestos lascivos hacia los guardias, que las han ignorado con el aburrimiento de la rutina. También a ella, a Margarita, han dedicado burlas y pullas hasta que, finalmente, se han contagiado de su silencio. Ahora callan o se hablan entre susurros. Saben quién es, no queda nadie en la ciudad que lo ignore. No matas a un marqués y te abandonas al abismo del olvido. ¿Qué importan los motivos? Él era un Grande, ella una insignificante vendedora de cerillas en un elegante bodegón. Tenía hambre, frío, y nada con que pagar el cuartucho de la pensión dela Venancia. Cómoresistir la sonrisa melosa, el porte señorial de bastón con pomo de oro del de verdad. «Chiquilla, estás tiritando…, pero… ¿tú has comido?»
Las promesas se las llevó el viento, junto con su virtud, obligada a soportar toda clase de actos aberrantes encerrada en un sótano. Vístete con esto, ahora quítatelo. ¿Sabes para qué sirve esto, niña? Las risas escandalosas de los invitados a sesiones privadas, el olor a licor y a puro, las marcas en la piel… y las horas malditas en la penumbra de la mazmorra, a la espera del siguiente martirio. Los recuerdos de Ciluengos, su pueblo natal, eran el único refugio para aferrarse a la cordura.
Levanta la vista y se gira para mirar a los guardias. Un vaso de agua, unas palabras, cualquier cosa mejor que el escrutinio de las muchachas, el silencio de las tablas del solado o la niebla de unos recuerdos que sangran.
Virgencita de los desamparados, que termine ya, que acabe el garrote con este horror. No quiere revivir de nuevo el día que, convencido de su docilidad, el marqués de Rosamora se dejó atar a los barrotes del camastro con ropas de seda, convencido de haber hallado un filón de gozo diferente. Se dejó hacer. Cada corte, el pago por una vejación; cada golpe, justa retribución por cada risa humillante.
Margarita, asesina confesa con alevosía y ensañamiento, mueve por fin las manos. Las desliza por un vientre que creía yermo. Quiera el buen Dios que nadie se percate, que el verdugo sea diestro y se lleve así con ella, el último recuerdo del marqués de Rosamora.
El fin de semana empezó de forma inmejorable, en la caseta nº 50 de la Feria del Libro de Madrid.
La jornada tuvo momentos entrañables. A pesar del poco tiempo del que disponía, apenas hora y media de firma en la caseta, después de un viaje en autobús y más de treinta horas sin dormir por trabajar el día anterior, es un recuerdo imborrable en el que se cruzaron escritores (y amigos) como Emilio Porta, Santiago Solano, Lydia Cotallo, Alejandro Pérez García, Mª del Mar L. Vaamond, Maria Sanguesa y Raúl Morales, la también escritora y editora de Playa de Ákaba, Anamaría Trillo. En la caseta de Huerga y Fierro tuve la oportunidad de conocer a Charo Fierro, Ana Montojo (también compañera de Netwriters y Escritores en Red), Lidia López Miguel de Lastura y, por supuesto, a las encantadoras encargadas de la distribuidora Maidhisa.
A todos ellos, un entrañable abrazo.
El sábado hubo aún algo de tiempo para pasear por el Barrio de las Letras.
El Ateneo
La plaza del Sol
La Plaza Mayor
Dos leones 🙂
Y ahora dejo de hablar de mí y me pongo a preparar un relato o microcuento para mañana. Gracias a todos por los apoyos mostrados.
Comparto con vosotros el enlace a la grabación de la entrevista que me hizo Santiago Liberal en su programa «La oda del trovador». Charlamos durante más de una hora en un ambiente distendido, como viejos amigos (ahora ya lo somos) sobre «El libro de las historias fingidas» pero también sobre nuevos proyectos, sobre los talleres de escritura.
Comparto con vosotros, queridos lectores, los vídeos de las presentaciones de «El libro de las historias fingidas» en Madrid y Bilbao. Podéis encontrar también fotografías del evento.
Gracias por estar ahí y, los que no pudisteis estar presentes, por todo vuestro apoyo.
El próximo 15 de abril, una vez pasadas las vacaciones de Semana Santa, tenemos una cita en el Edificio la Bolsa, en el corazón del Casco Viejo bilbaíno (calle Pelota, nº 10) con Pedro y Zade, los protagonistas de «El libro de las historias fingidas». Me acompañará en la mesa la escritora Mª Carmen Azkona (Patchwork 2012) y contaremos con la actuación de Joaquín Ponte, perteneciente al Colectivo de Narración Oral Alabazán. Estáis todos invitados.
El libro de las historias fingidas va a vestirse de largo y lo hará el próximo día 21 de marzo, a las 19:30, en el salón de actos de la Asociación de escritores y artistas españoles, calle Leganitos 10 de Madrid.
El acto será presentado por el escritor Emiliio Porta —este espacio es demasiado breve para hacer una semblanza de su impresionante curriculum— y por la también escritora Mª Carmen Azkona, a quienes, de antemano, agradezco de todo corazón su gesto, así como el impulso que me han brindado para llegar hasta aquí.
Será un honor contar con vuestra compañía. Además, me ayudaréis a pasar el trago del debutante ante el público. Está pendiente de determinar el lugar y fecha para la presentación en Bilbao, que será después de la Semana Santa.