Sabes que deberías olvidarla, poner algo de orden en tu vida. O también podrías tatuarte su nombre virginal en la lengua para así acariciar su sexo cada vez que pronuncias su nombre. Podría ser una monumental coincidencia que se llamara Lolita en lugar de ese nombre tan absurdo: Plo-ti-na. ¿A quién se le ocurre enamorarse de una muchacha llamada Claudia Plotina? Pero eso es lo que tiene utilizar para asuntos tan poco prosaicos ese extraordinario don que tienes para viajar, a voluntad, en el tiempo.
Imagen: Villa romana del Casale, Sicilia (siglo IV)
Los escritores, de alguna manera, también viajamos en el tiempo. Interesante micro que deja en el paladar el gusto de la buena literatura. Pero ¡por Dios!… nada de tatuajes. Que se lo digan a Melanie Griffith (¡¡¡Anchonio!!!).
Un abrazo.
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Gracias, Lobo solitario. Que nuestros viajes por el tiempo nunca terminen. En cuanto a los tatuajes…, mejor sin nombres ^^
Un abrazo.
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