Ambos rodaron contra un anciano roble. La proximidad llevó a Lila Madreselva a arrugar la nariz. Los efluvios viriles del barón de Almizcleur eran sordos y penetrantes. El noble no se arredró ante el gesto de rechazo y continuó con sus intentos de seducción.
—Sois un frívolo, barón.
—Muchacha, si te tomas la vida demasiado en serio, te precipitarás en el aburrimiento y la amargura.
—Soy la resina vital del bosque, aroma de naturaleza y vida. ¡Apartaos de mí! Vuestro perfume no consigue enmascarar la falta de aseo.
Imagen: Trabajo propio
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Perfecta alegoría. La naturaleza siempre es fuente de inspiración para quienes saben mirar más allá de la espesura.
Me ha encantado. Un abrazo.
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Uno de esos juegos que tanto nos gustan. Gracias por tu visita. Un beso, Esther.
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