Esperanza desea pasear descalza por la playa y robar sonrisas a los chicos a su paso. Anhela un bocadillo de salami al sol, volar con su cometa o correr los cien metros lisos. Codicia eso y más, todo lo que el dinero de su padre no le puede conseguir. Hasta el último minuto aguardará esa llamada que le diga que, por fin, hay un donante que le salve la vida.
Las cosas realmente valiosas siempre son las intangibles, las incontrolables, a veces, las más inalcanzables.
Es un cuento excelente y el nombre de la protagonista, acertado.
Un abrazo.
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El tema de la quincena era Esperanza, de modo que no puedo asumir ese mérito, pero lo cierto es que me inspiró bastante rápido. El mérito es de ella 🙂
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Leí este microrrelato y también terminé tu libro La balada de Brazodemar, felicidades por ambos. Aún navego sobre el lomo de la bestia de ojo enorme, esperando llegar a mi destino. Ha sido un placer.
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El placer es leer comentarios como este. Siempre estarás en el corazòn de Brazodemar.
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