Cuando el enésimo charlatán me ofertó la desaparición de las visiones horribles en mis sueños, de todas y cada una de mis imágenes oníricas en realidad, no intuí que mi destino era caminar dormido por una llanura baldía con el polvo que levantan los pies como único acompañante. Ahora busco, en el silencio y la grisura, un vendedor de quimeras que me devuelva las pesadillas.
La otra cara de la moneda…muy bien construido el microrrelato Pedro, con palabras que te trasladan a otros mundos.
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Muchas gracias, Fátima. Viajar entre mundos y universos paralelos forma parte del sentido de la maravilla con el que siempre he disfrutado de la Literatura desde pequeño. Que nuestras órbitas sigan girando.
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Tener pesadillas significa estar vivo, y aunque deseamos quitárnoslas de encima la verdad es que no podemos vivir sin ellas. Hay de quienes han hecho de ellas su profesión, como Stephen King.
Un abrazo.
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Es lo mejor para saber que estás vivo… ese sudor frío, esas palpitaciones, la desorientación… eso no lo siente un zombi. Sin embargo, a veces vendría bien un botoncito de esos de desconexión, aunque sea para descansar un poco 🙂
Un abrazo.
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