POR VENIR

Al descorrer las cortinas, la luz espanta las sombras.
—Buenos días, dormilón.
Sabe Dios de dónde saca la madre el ánimo que insufla a su voz. El chico parpadea desde la almohada, irritado.
—Mamá, estaba soñando…

—¿Corrías por el campo entre flores? —pregunta la mujer, porque es su sueño favorito.
—No, mamá. Había una máquina prodigiosa, como la del libro, llena de brazos, cables y luces. Curaba los daños en mi médula…
La madre se cubre la boca para ahogar el gemido. Cuando recupera la calma, se inclina, despeja un mechón de pelo de la frente y lo besa.

—Claro, hijo. ¿Por qué no? —murmura convencida—.Algunos sueños de Julio Verne se hicieron realidad.

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